La cleptomanica concienzuda

Era la primera vez que Elena visitaba a alguien... nadie de la clase le invitaba... Ella no sabia lo que eran las fiestas de cumpleaños, las fiestas de dormir allí... no... pero sabía que esto sólo era de que ella haga la tarea de Rocio... Sí... pues de inglés era una alumna excelente, pero Rocio no podía ni poner dos palabras juntas...

y, sin una sóla queja, se sentó... se sentó y empezó a escribir la composición de su compañera... Sólo escribía y escribía... y, en un quarto de hora, terminó...

Rocio salió a la cocina para unos minutos... Elena se fijó en la habitación... Una habitación pequeñita, pero muy acogedora... Llena de fotos, de peluches... de alegría... y una pulsera en el suelo...

No tenía nada especial... Elena se inclinó... cogió la pulsera... quizo ponerla en la mesa... pero un pensamiento le vinió... „La necesito”.

Sentía que cada vez tenía más y más difícil respirar... como si una piedra se hubiera puesto en sus pulmones...

Tenía mucho calor... empezó a sudar... y le vinieron ganas de llorar...

En su vida ha sentido algún sentimiento parecido a ese... Su estómago se puso tan pequeña como una pasa.

No sabía qué hacer... „Si esa fuera importante para Rocio, no habría estado en el suelo..:” – pensaba.

Otra voz sonó en su cabeza „No es tuya... iPonla ahora mismo en la mesa!”

Quería obedecer... pero su mano empezó a temblar... La escondió en su mochila... y de repente se encontró mucho mejor... ya no sudaba... de nuevo podía respirar... Quería cantar, gritar de la alegría...

En ese momento Rocio entró a la habitación... y Elena pensaba en la suerte que tenía...

Al paso de unas horas estaba sentada en su cama, mirando la pulsera... No tenía nada especial... Le vinieron remordimientos... No sabía qué importancia tenía la pulsera para Rocio... y para ella misma... No tenía nada especial pero siempre quería tenerla...

„iPobre Rocio! iEstá sin la pulsera! Por mi imbecilidad...” – pensaba.

El otro día, entró a la escuela... hizo una decisión... entró a la sala vacía... y se fue directamente al pupítre de Rocio... Puso la pulsera allí... Ella tampoco sabía por qué, pero tenía que hacerlo... Se sentó en su lugar... y esperaba a que sus compañeros entraran... Rocio entró... se sentó... sacó la pulsera de su pupitre... y con una cara sin expresiones... la tiró en su mochila.

Por la noche Elena no se podía dormir... Estaba echando vueltas y vueltas... pensando en la cara de Rocio... en esa cara sin expresiones... por una pulsera... por un objeto... y ella ya no tenía esa pulsera... y la echaba de menos... se puso a llorar... le vinió un réncor... que no podía soportar... mordía su almohada y gritó... y lloró cada vez más y más.... y pegó a la pared... la pegó con su puño... no sabía si estaba enfadada por la cara de Rocio... o por devolver la pulsera... pero sabía que ya no era suya... Ya no podía respirar... El monstruo dominaba en su alma y la mordía con sus dientes afiladas...

y, por fin, al paso de una hora y media... se tranquilizó y se durmió...

Pasaron los años... esa pulsera, que diariamente le hacia llorar... ya no tiene ni color... ni forma... se desapareció... Existe en un mundo imaginario... sin importancia está flotando allí...